Me preguntan si sería posible trasladar al cine el ULYSSES de James Joyce. Supongo que por la proliferación de películas falsamente ininteligibles, que de un tiempo a esta parte, nos bombardean sin piedad; artefactos que pretenden pasar por graves, complicados, cuando no son más que un puñado de guiones mal escritos, bajo una dirección falsaria, sin nada nuevo que ofrecer. Pero la respuesta es otra, porque ULYSSES conoció una adaptación en 1967, y no un acercamiento, sino el más que estimable intento de trasladar la mastodóntica, intrincada y críptica novela al lenguaje cinematográfico. Y curiosamente, este ULYSSES consigue (al menos en parte) apresar el corpus de la novela, lo mollar y sustancial, sin desdeñar el uso de la palabra interior, y con el único pero de tener, por fuerza, que deshojar parte de lo que, por otra parte, creo honestamente que es intrasladable. Yo he leído dos veces el libro, y la primera fue una proeza vanidosa, porque me enteré de algo de lo menos importante; la segunda fue un placer, una experiencia inigualable, capaz de enriquecerte mientras eres consciente de que tras el amasijo de volteretas lingüísticas, lo que subyace es un paseo por la hipocresía, la fealdad y la desubicación de todo lo sensible en un mundo brutal por definición. Joseph Strick, norteamericano, entendió bien el desafío joyceano, y moduló su propia responsabilidad por no traicionar esa médula "apofenística", condensado en dos horas que incluyen una ajustada introducción al primer capítulo, la lúgubre expiación del cornudo Leopold Bloom (y su mil veces copiado autojuicio), y la supuesta adopción de Stephen Dedalus como único consuelo por no haber tenido hijos. Aunque el momento verdaderamente emocionante se hace esperar hasta el final, con el largo monólogo de Molly Bloom recitado enteramente por la actriz Barbara Jefford (que por cierto nos dejó recientemente); yo no he encontrado en ninguna parte una definición más estremecedora, tierna e intemporal de eso tan misterioso e inaccesible que es la feminidad, sin más...
Sí, puede parecer un milagro, pero el ULYSSES se llevó al cine, y muy bien, por cierto.
Saludos.
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