sábado, 13 de febrero de 2021

Las horas que no pasan


 

Las horas que no pasan son las que no pertenecen al tiempo. Y creemos que las vivimos, cuando no son nuestras, ni de nadie, tan sólo una ilusión que enmascara una verdad que sale fuera del tiempo. Así ocurre en LE SILENCE DE LA MER, con ese tiempo estancado, no vivido, que se establece en la palabra del hombre que se presenta como amigo, pero es tratado como enemigo. Así queda reflejado en el silencio compartido por el anciano, que apenas hace otra cosa que fumar en pipa, y su sobrina, que apenas hace otra cosa que coser infinitamente. Y ese hombre habla, habla sin parar, y en sus palabras no hay odio, ni rencor, ni amenaza, pero nunca podrá encontrar perdón ni consuelo, y mucho menos amor. Ni siquiera explicando su amor por el país al que acaba de invadir, ni suavizando su vestimenta; apenas obtendrá el calor de una chimenea, un silencio fúnebre, sin palabras ni intenciones. Jean-Pierre Melville filmó esta película sin género, sin protagonistas ni antagonistas, una ópera prima filmada pese a todo, incluso si hacía falta ser director, productor, guionista y montador. Una película antes poética que bélica, pero con una batalla que se libra feroz, la del silencio contra la palabra.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!