Ganadora del premio especial del jurado en Sitges, VERMINES terminó siendo uno de los ejemplos más fidedignos y acertados de lo que deberíamos esperar del cine de género. Esto es tanto así como su vertiginoso ritmo, sorprendentes efectos especiales o la honestidad de su debutante director, que nunca pretende vender nada más allá de lo ofrecido. Son varios los ejemplos en el cine que se han sustentado en el casi atávico pavor que se les tiene a los arácnidos; sea por su intimidante aspecto o por la incertidumbre del daño que nos puedan causar, las arañas son unos animales que representan a la perfección esa desesperación por no saber muy bien a qué nos estamos enfrentando. Sin tener un argumento precisamente original, VERMINES pisa con convicción los umbrales del cine de terror, en forma de la impresionante invasión de un gigantesco bloque en el extrarradio de Saint-Denis, a cargo de una extraña y peligrosa araña que ha llegado casi de rebote desde su hábitat natural en el desierto. Es cierto que el trasfondo social acaba por ser reiterativo, y no parece tan atinada la metáfora de la causalidad entre la indiferencia de la policía al tratarse de un barrio marginal, y funciona mejor cuando su disperso metraje se centra en la odisea del grupo protagonista por escapar de lo que es una muerte segura. Personalmente, y ya con perspectiva, puedo afirmar que estamos ante uno de los platos fuertes del certamen catalán, y ante la revelación de un cineasta cargado de futuro, como atestigua el hecho de que vaya a ser el encargado de una nueva revisitación al universo EVIL DEAD. Ahí queda eso.
No la vean si no soportan a estos simpáticos bichitos...
Saludos.
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