¿Cómo se hace un homenaje a tu máximo referente cinematográfico, sin copiar nada, pero manteniendo intacto el espíritu del original? Hay ejemplos, la mayoría fallidos, que no consiguen hacer pensar en la idoneidad del remake disociándolo de lo que no es más que una burda copia. Lo que hizo Frank Oz en 1986 con LITTLE SHOP OF HORRORS es celebrado por extraño, por tratar con respeto la proeza de Corman, adaptarla a los espectadores de 25 años después, y además afrontar un musical que dinamiza todas las partes. La película está ahí, como un fotograma mejorado, con un reparto maravilloso, capaz de solventar los números musicales con la comicidad grotesca que impone la enfermiza relación entre Seymour (perfecto, Rick Moranis) y una Audrey espectacular, que necesitó de un amplísimo equipo que la hiciera posible, y a la que ponía voz nada menos que Levi Stubbs, vocalista de los Four Tops. En resumen, todo un ejemplo de cómo abordar una película de culto, precisamente para construir un culto diferente aunque similar, y que para la historia ha dejado momentos icónicos, como el protagonizado por Steve Martin y Bill Murray, dando justa réplica a aquel jovencísimo Jack Nicholson. Merece la pena buscar la versión del director, en la que Oz ya alude al desparrame que Corman no podía permitirse por cuestiones de presupuesto, con un ejército de Audreys adueñándose del planeta al que llegaron desde una modesta tienda de flores.
Ideales para ver en sesión doble.
Saludos.
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