sábado, 20 de julio de 2024

El huevo, la castaña y el genio


 

Que THE PIT AND THE PENDULUM es representativa al máximo del cine entendido por Roger Corman no lo niega casi nadie a estas alturas. Que Richard Matheson se pasó el relato de Poe por el forro de los cojones, pues también. Que nos da igual, ni cotiza. Así que pónganse manos a la obra y disfruten de esta oda al cine de culto con las siguientes postales, que ni siquiera necesitan estar en orden. Ahí, apertura con un castillaco absurdamente enclavado en una playa, donde además bañarse es una quimera por el tiempo de perros que la azota. Un arranque casi psicodélico, con lámparas de lava en los créditos y otra llegada de un joven enfurruñado, porque su hermana la cascó tras casarse con un señor que viene de antepasados inquisidores. Este señor es Vincent Price, que en menos de hora y media viste batines sedosos, calzones de los de media, para rematar con una capucha diabólica, que sólo le falta el tridente. Está también la hermana, compungida. Todos se levantan y acuden a otras estancias tras escuchar un extraño sonido, y todos asisten con cara amniótica a las certeras explicaciones del matasanos, que también ha venido por si acaso. El hermano intensifica su mosqueo, hasta que descubre la célebre cámara de torturas, no sin esquivar telarañas de las que no se quitan fácilmente, y sufrir, en un giro doblemente copernicano, los tormentos del esquizoide aparato del título, que ni Corman ni Poe eran de evitar los spoilers. En definitiva, un clásico camp, pulp, cheesy y otros adjetivos británicos, y una peli que da gusto ponerse un sabadito por la noche con un helado de lima y unos chupitos de Jim Beam. Una de esas maravillas que Corman rodaba con el suelto del pan entre firmar un contrato y otro. Y por eso, digo yo, luce tan fresca aún.
Saludos.

2 comentarios:

Teo Calderón dijo...

Las premisas bajo las que Roger Corman rodó ésta y las demás películas de la serie “Allan Poe” las hace aún más interesantes pues se trataba, como sabemos, de productos de bajo presupuesto, rodaje rápido y la mira puesta en un público asiduo de los Drive-in. La falta de prejuicios a la hora de enfrentarse a los cuentos de Poe (con los que confecciona auténticos cócteles, mezclándolos), la acertada síntesis que hace de ese universo mortuorio cargado de pútrido romanticismo, así como la sabia utilización del “gótico” Vincent Price, son virtudes que saltan a la vista en EL PÉNDULO DE LA MUERTE y que depuraría hasta la perfección tres años después en LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA. En la que ahora nos ocupa, con la Inquisición española como parte del "decorado" de la historia que nos cuentan, merece una mención aparte la presencia de la escalofriante Barbara Steele, musa incontestable del cine de terror en los años sesenta que, por otro lado, no le hacía ascos a trabajar con Fellini o Schlondorff. Mítica.
Un saludo.

dvd dijo...

Comparada con mediocridades actuales, que Corman consiga toda una estética con tan pocos medios es un milagro y un hito. Hay otras mejores de esta etapa, pero el tiempo les ha otorgado un carácter casi episódico,que nos habla de la insólita capacidad autoral de su director.
Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!