miércoles, 10 de julio de 2024

Humillación y decadencia


 

Debatiéndome en este caluroso verano entre unas vacaciones que no son tales, pero he de obligar a que sean, y el sentimiento de escribir a toda costa, decido seguir adelante con el heterodoxo repaso a la filmografía de Roger Corman, precisamente en el punto de inflexión por antonomasia (no caben más lugares comunes, pardiez; se nota el exceso futbolero), en el que Corman abrazó a Edgar Allan Poe, un señor llamado Vincent Price y el Technicolor de Les Baxter, por ese orden. Se puede considerar HOUSE OF USHER como el disparadero de esta nueva y excitante etapa, donde la sublimación de un romanticismo exacerbado, de un cartón piedra necesario, da paso a un tratado sobre la abulia, el encierro voluntario y la depresión, que sí me parece el pivote básico del magistral relato de Poe. En menos de 80 minutos, y con el excepcional trabajo de guion de Richard Matheson, tenemos dos bloques diferenciados, que son la llegada del joven Philip Winthrop a la siniestra mansión de los Usher, con la intención de encontrarse con su amada Madeline y casarse con ella, pero donde sólo encontrará la extraña oposición del hermano mayor, Roderick, que insiste en la imposibilidad de tal enlace, por culpa de una fatídica maldición, que ha condenado a toda su estirpe a sucumbir tras los muros de una casa que amenaza con colapsar y tragarse a quienes la habiten. 
No me alineo con quienes se espantan ante la teatralidad del film, que me parece básica para evocar la pluma de su autor, en la que es su obra más intrincada, compleja y enigmática, de lo que da fe la reciente vuelta de tuerca que le dio Mike Flanagan, explicitando las posibilidades de este descenso al horror gótico, al tiempo que homenajeaba sus fantasmagóricas imágenes, a las que tantos directores posteriores se han adherido posteriormente. Si fue Corman un precursor del giallo o no, es materia de excitante discusión; personalmente me quedo con su capacidad para agilizar cualquier proyecto, y dotarse de la posibilidad de trascender su propia época... ¿Poe?... Poe...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!