sábado, 23 de enero de 2021

Los amores imaginarios


 

LA FLAQUEZA DEL BOLCHEVIQUE fue la primera película que llamó la atención sobre el talento para pervertir lo cotidiano de Manuel Martín Cuenca. Basada en la novela homónima de Lorenzo Silva, este relato de soledades (más que de amores) se bifurca entre la rutinaria vida de su protagonista, un ejecutivo de inversiones que parece no poder despegarse del origen proletario de su familia, y el rocambolesco asunto que le lleva a quedar fascinado por María, una chica bien de sólo quince años. En este material tan inflamable (tanto que su verosimilitud pende siempre de un hilo), el director almeriense propone una mirada insobornablemente íntima a este personaje indescifrable, entre el hastío, el desprecio y la conmiseración por una vida que le es ajena, y el impacto que le supone tener enfrente a su única réplica posible. Sea por simple encoñamiento, o por un sentimento demasiado puro para ser creíble, lo que comienza siendo una venganza, o una broma que va demasiado lejos, es visible en tantos otros relatos sobre amores imposibles. Mientras eso dura, los momentos compartidos por un contenido Luis Tosar y una jovencísima María Valverde son de gran altura cinematográfica, al menos mientras desciframos, con morosidad infinita, la verdadera razón por la que un hombre puede perder la cabeza, o incluso recuperarla. Le reprocho, no obstante, el abrupto y convencional desenlace (que no sé si es el mismo que en la novela), cuando la historia daba para algo más retorcido e inesperado.
Buena película, en todo caso, de un narrador impecable.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

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