THE DARK AND THE WICKED es la última película de Bryan Bertino, uno de esos directores que tienen difícil explicación en una industria que es incapaz de definir si lo suyo es cine de autor o mera parafernalia. Así hay muchos, es cierto, pero lo de Bertino es curioso, porque apuntó maneras con una ópera prima que parecía mejor de lo que era, tocó fondo con dos subproductos que no tenían nada que ver, y de nuevo vuelve a dejar a más de uno con un palmo de narices. La reseña de esta película no debería llevar más de dos líneas que rezaran así: un film muy bien hecho, con un guion que parece una broma. Todo es relevante aquí. Los actores están estupendamente dirigidos; la atmósfera, asfixiante y opresiva, casi puede tocarse; la fotografía es espléndida, sin diferenciar entre escenas nocturnas y diurnas. Así las cosas, lo único que falla es la historia en sí, una historia que ya hemos visto muchas veces. Dos hermanos acuden a la apartada granja donde su padre yace moribundo, pese a que su madre les hace una extraña advertencia para que no vayan. Ese leit motiv sobrevuela cansinamente todo el metraje, martilleando sobre lo obvio del mensaje, y sólo para dejarse caer en los brazos del susto fácil, en lugar de explorar la enigmática naturaleza de esa entidad que parece acechar en cada rincón. Hay momentos logrados, como la visita del cura, pero que en seguida me llevaron a POLTERGEIST II; algunas levitaciones que al menos yo he vsto en THE WITCH; o, lo que ya es rizar el rizo, llamadas a una puerta que... efectivamente, estaban en THE STRANGERS. En resumen, como me ocurrió con aquélla, no me parece ningún desastre, pero tampoco va a cambiar la historia del cine. Correcta, y con mejor realización que intención.
Saludos.
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