martes, 16 de abril de 2013
La fanfarronada como arte
Es un debate interesante intentar buscar correspondencias a una película tan sumamente poliédrica y escurridiza como LITTLE BIG MAN, admirable western de tintes tragicómicos y que juega una carta que suele salirle mal a directores menos dotados que Arthur Penn. Apoyado en un omnipresente Dustin Hoffman, que interpreta a un anciano de 121 años que cuenta a un periodista su tremenda epopeya personal, Penn no sólo desgrana casi todos los mitos que han poblado la entera historia de este género, sino que usa su peculiar sentido del humor para arrebatarles su intocable aureola y humanizarlos con tanta ternura como pasión, y lo que es más importante, sin dejarlos caer en el ridículo. Reconozco no recordar gran cosa de este film hasta que lo he vuelto a ver recientemente, y desconocía cuál era su "tono"; inmediatamente (y aunque no me gustaría dogmatizar sin necesidad), un título me ha venido a la mente, y pese a las muchas diferencias (cualitativas, se entiende). Desconozco si Stanley Kubrick "tomó" algunas notas del film de Penn para filmar sólo cinco años después su magistral BARRY LYNDON, pero hay mucho del uno en el otro, y no sólo en la forma, sino (sobre todo) en la elegancia con la que muestra los contrachapados y el atrezzo de lo que sólo los mediocres han insistido en magnificar sin ambages. LITTLE BIG MAN es, básicamente, la historia de unas memorias que "hay que creerse" para bañarse en su fascinante irreverencia; un enorme flashback en el que se va dando cuenta de los grandes mitos del viejo Oeste a través de la narración de un tipo que, según él, tenía la dudosa fortuna de encontrarse en mitad de cualquier "fregao", desde su adopción por unos Cheyennes pacifistas hasta la matanza de Little Bighorn, pasando por el asesinato de Wild Bill Hickok. En sus dos horas y media, Penn modula a un joven Hoffman y le evita gran parte de sus habituales excesos, mientras el resto de personajes entran y salen de la vida de este "pequeño gran hombre", que se codeó con los más grandes y también conoció tocar fondo agarrado a una botella... Siempre, claro está, según él mismo...
Un pequeño gran saludo.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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