viernes, 5 de abril de 2013

Filmar la ausencia



Katie Elder era una buena mujer que murió con su dignidad como única posesión, y en su entierro, modesto pero sentido, se encuentran tres de sus hijos. El cuarto, el mayor, observa la ceremonia desde unas rocas a bastante distancia. Ya desde ese juego de perspectivas, THE SONS OF KATIE ELDER propone que sea el espectador quien elija desde dónde prefiere observar todo el desarrollo posterior, construyendo una historia (uno de esos guiones de fondo de armario) que casi tiene más de cine negro en su minuciosa obsesión por no dejar cabos sueltos que de un western clásico. Pero ésta es una película saludablemente clásica, con personajes de una sola cara y una bonhomía que está por encima incluso de su dureza. El hijo mayor de Katie Elder se llama John (John Wayne) y es un pistolero tan temido como respetado, un hombre duro al que sólo se le quiebra el gesto al referirse a su madre; Tom (Dean Martin) es el siguiente, y es tan listo con las cartas como con las pistolas; Matt (Earl Holliman) es menos pendenciero, pero igualmente decidido cuando el honor de su familia está en juego; y Bud (Michael Anderson Jr.), el pequeño, acaba de cumplir los dieciocho, es el único que ha permanecido junto a su madre hasta su muerte y ahora representa la última esperanza de que al menos un Elder pueda labrarse un futuro lejos de las armas y gracias a los libros. Así, lo que empieza siendo una sospecha termina como una certeza: los Elder están arruinados y el ambicioso Morgan Hastings aparece como el dueño de todas sus antiguas propiedades; y puede que los hermanos Elder no hayan tenido una vida muy familiar, pero su empeño estará desde ese momento en atar una serie de cabos oscuros y que se han mantenido ocultos en un pueblo que vive en estado de "conveniente sordera". Lo mejor de este film es lo bien contado que está, las pocas licencias que el gran Henry Hathaway se permite para entregar un producto típico de la Paramount y que, sin embargo, encuentra su mayor hándicap cuando prescinde de un protagonista aglutinador y diversifica roles, así que igual vemos a Wayne repartiendo lo suyo, pero no encaja con el personaje de Martin, mucho más romanticón y bufonesco. La película es un western para ver sin pretensiones, disfrutarlo y acordarse de algo que puede sonar un poco raro: no sólo Antonioni ha filmado la ausencia...
Cuatro saludos.


2 comentarios:

David dijo...

Jajaja... me gusta la última línea. No solo, desde luego, y además Hathaway lo hace de forma más entretenida.
Esta peli la vi de chaval (léase niño) y me encantó. Y revisitada de mayor me sigue gustando. Vale, todo lo que dices, pero antes de que aparezca John observando el entieerro desde arriba...ya solo el inicio con ese tren y esa música de Bernstein...Pura gozada. Oigo a Bernstein, veo ese tren y pienso en aquel Sábado Cine y esa noche en la que vi una peli de John Wayne. Y sí. El cine también es nostalgia, claro.

dvd dijo...

Es un western de la vieja escuela, aunque no sea de los más antiguos...

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!