martes, 23 de abril de 2013

El economizador



Ésta va a ser una reseña escueta por empatía, solidaridad y admiración. Además, me va a servir para desmontar la idea, bastante primaria, de que todos los westerns son iguales; que sí, que hay gente así en este planeta. Fíjense si no: ayer, un tochaco de cuatro horas; hoy, la mínima expresión acerca de plantear una historia, dibujar un puñado de personajes y resolver el asunto con claridad meridiana en apenas una hora. Y es que el director de origen francés Jacques Tourneur fue uno de los indiscutibles reyes de la serie "B" bien entendida; con rigor y buen hacer, y limitando sólo las cuestiones presupuestarias a la eliminación de todo lo accesorio que suele lastrar una producción de tipo medio. Puede que STRANGER ON HORSEBACK no sea uno de sus westerns más recordados, y tiene varios, pero sí que mantiene impoluto ese clima de extrañeza que Tourneur era capaz de insuflar a cualquier guion que cayera en sus manos; en otras, este típico film sobre un justiciero de una sola pieza hubiese corrido el riesgo de despeñarse por laderas tópicas y manoseadas. En cambio, aquí hay una película que se ve en dos pestañeos y, sin ocultar sus limitaciones, extrae cada gramo de virtud con eficiencia casi obstinada. Ya desde la llegada de ese hombre-montaña que siempre fue Joel McCrea (con un atuendo que repetiría en muchas ocasiones), observando extrañado el destartalado entierro a las afueras del pueblo al que llega sin hacer ruido, todo lo que ocurre lo hace por un motivo concreto. John Carradine bebe whisky, pero es avisado y cambia el gesto; el juez acaba de llegar. El juez mira a su alrededor, todos los carteles comparten el mismo nombre: Bannerman. Perfecto, sabemos que el pueblo le pertenece; luego nos enteraremos de que este juez ha venido nada menos que a detener al hijo del poderoso Josiah Bannerman y juzgarlo. Los secundarios (aquí menos por la falta de tiempo) están estupendos; el legendario John McIntire como un feroz cacique, la bellísima Miroslava interpretando a una salvaje y manipuladora Amy Lee Bannerman, y hasta el añorado Kevin McCarthy poniendo el dato curioso, puesto que con cuarenta años debía pasar por el hijo veinteañero que va a ser juzgado (contaba sólo once menos que McIntire...). Mención aparte merece el sistema de color empleado por la productora Goldstein, el ANSCO; un tipo de color que a muchos iconoclastas les parece soberbio y a mí me da dolor de cabeza... Incluso con eso era capaz de salir airoso el señor Tourneur... Y ya ven, pensaba que podría haber hecho una reseña cortita; para que vean lo difícil que es atenerse a un presupuesto limitado...
Saludos extraños.


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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!