miércoles, 24 de abril de 2013
Panorámica intimista en sepia
Es BUTCH CASSIDY AND THE SUNDANCE KID (y que conste que me encanta la traducción en español) una película ciertamente extraña, desubicada, que comparada con los hypes actuales más bien parece un doloroso retrato lleno de melancolía y abatimiento. Sensaciones encontradas y poco agradecidas para un film que reunía a las dos grandes estrellas masculinas del momento y los vestía con los ropajes de mitos inmortales del far west; dos bandidos que aquí lucen más encantadores, ingeniosos e irresistibles de lo que nunca antes se había visto. El western estaba cambiando hacia terrenos menos ásperos, y para ello se usaba cualquier estímulo contemporáneo a mano; y George Roy Hill, director sagaz, atento y con la capacidad para conjugar lo clásico y lo moderno, armó una imprevisible aventura con forma de huida hacia delante que finalmente no es más que la toma de conciencia del final de un tiempo y una manera de hacer las cosas; algo que queda perfectamente plasmado en las famosísimas escenas de Paul Newman haciendo el payaso ante Katharine Ross con una bicicleta que simboliza a la perfección el cambio de ciclo que, inevitablemente, se llevará por delante a Cassidy y Sundance Kid, últimos protagonistas de un mundo agonizante. De haber sido rodada hoy día, habríamos asistido a una mareante exhibición de caligrafiadas secuencias de acción, por fortuna, Roy Hill, tras dibujar con precisión a los protagonistas, los coloca en una situación desesperada, perseguidos por una infatigable y vagamente visible comitiva (el juez Lefors y [sobre todo] Sir Lord Baltimore son, con toda probabilidad, los dos personajes invisibles mejor dibujados de la historia del cine), de la que sólo podrán huir constantemente. Y, puntuando dicho leit motiv, tendremos la oportunidad de descubrir la química entre dos actores de gran talla, siempre teniendo que demostrar su valía por culpa de su físico (ahora está asumido, pero a finales de los sesenta era un chiste para la crítica hablar de Redford como "actor serio"), con una estupenda vis cómica y algunos momentos que han quedado grabados en la historia del cine. Trágica y sensual, una película extraña, como decíamos; una especie de brecha entre dos tiempos, también el suyo, que dejaba atrás a los grandes clásicos y anticipaba (¿quién sabe?) el reinado de las franquicias... Y también hay que tenerlos muy bien puestos para encargarle la banda sonora a Burt Bacharach...
Saludos hasta el final.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
3 comentarios:
Yo creo que es una película perfecta.
A mí me gusta mucho. No creo que ahora mismo se pueda hacer una película de la misma forma; quiero decir, aunando humor, intriga, aventuras... y dos estrellas inmortales...
No, no todos los westerns son iguales. Si no la llegas a poner no la veo. O sabe Dios cuándo. A prueba del "ahora". O del "siempre".
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