Otro de los muchos debuts que se vieron en el pasado Sitges fue MONOLITH, interesante propuesta proveniente de Australia, a la que termina lastrando la imposibilidad de sobreponerse a su ajustadísimo presupuesto (medio millón de dólares), apostándolo todo a la esforzada interpretación de Lily Sullivan, que se las apaña sola para sostener un ingenioso guion, que no obstante se va desinflando a medida que toca concretar su misteriosa trama. La (única) protagonista es una periodista de la que sabemos que ha sido expulsada del periódico donde trabajaba, a causa de una controvertida información sobre un personaje particularmente influyente; la única oferta de trabajo que le llega es para poner en pie un podcast sobre casos misteriosos, para lo que se recluye en la lujosa casa de sus padres, aprovechando que están de viaje. Nada más comenzar, y sin saber muy bien cómo encontrar contenido, recibe un enigmático correo anónimo, que la insta a llamar a un número de teléfono. Tras hablar con una mujer, ésta le hace una extraña confesión, con un elemento que desatará una irresistible obsesión, y que gira en torno a un misterioso ladrillo negro con unas inscripciones indescifrables. Casi todo el film trata sobre esta investigación, a base de llamadas telefónicas, y el artefacto funciona mientras nos vamos sumiendo en una trama que oscila entre lo que puede ser una gran revelación o un soberano fraude. Se echa de menos, sin embargo, un poco de aire fresco en un desarrollo que huele a encerrado y queda como un gigantesco monólogo, que culmina en un final que personalmente encuentro decepcionante, al no estar a la altura de sus ambiciones textuales. Aun así, un más que interesante debut.
Saludos.
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