jueves, 25 de abril de 2024

La casa es nuestra


 

Parece inevitable rastrear (olisquear me parece más correcto) influencias harto evidentes en la supuesta provocación ultratransgresora de SALTBURN, que finalmente se queda en un correcto pero amanerado ejercicio de estilo, de los que dan lustre a una plataforma pero buscan el Ventolín en salas. Por aquí asoma una mijita, poca, del Ripley de Patricia Highsmith, aspira a estilizar lo ya hiperestilizado de Pasolini en TEOREMA, sólo para quedarse en hermana menor de aquella sublimación de lo retorcido que era EL SIRVIENTE, de Losey. En las tres comparaciones el segundo trabajo de Emerald Fennell desfallece, y ni es tan perversa, ni tan impactante, y ni siquiera ajusta su tendencia al formalismo hueco (y hosco), por mucho que la fotografía de Linus Sandgren oscile entre el rigor y la fascinación. Ahora bien, bajándola al suelo y opinándola desde el entretenimiento de calidad, SALTBURN gana enteros y es eso, un film que nos quiere descubrir a esa "directora prometedora" que a lo mejor un día, como el chirriante antiprotagonista interpretado por Barry Keoghan, puede disputar un partido en las grandes ligas. Hasta entonces, la plataforma manda...
Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!