El sueño húmedo de muchos fanáticos nostálgicos viene siendo la vuelta por sortilegio a cierta forma de hacer cine, sin pararnos a pensar que quizá ello sólo sea posible manteniéndolo resguardado en esa falacia de la memoria sentimental. No es ya por lo complicado que es volver a rodar con medios antiguos (celuloide sobre todo), sino por lo impostada que se vería cierta inocencia formal, que nunca se vería natural. Y aun así, cada cierto tiempo surgen propuestas "asalvajadas", que reproducen en cierta forma estos títulos pretéritos, algunas con con mejor fortuna que otras. Muy interesante, por ejemplo, es RIDDLE OF FIRE, que aportó frescura al cartel de Sitges con su insólita mezcla de aventura épica y fantasía cotidiana, siempre desde el punto de vista de un grupo de chavales, que son la excusa perfecta para ensayar una historia que hunde sus raíces en la fantasía juvenil más reconocible, aunque sin perder de vista un curioso descreimiento postmoderno, no siempre bien resuelto. El guion, que termina siendo el gran punto fuerte, nos embarca en una aventura que a lo mejor no es tal, o sí: tres amigos roban una consola último modelo, pero para jugar necesitan el pin parental, aunque su madre sólo accederá a dárselo si le traen un pastel de arándanos, que es lo único que puede curar su resfriado. A partir de ahí, comienza una odisea para hacerse con la receta y los ingredientes, hornear el pastel y esquivar a un grupo de cazadores maleantes o conocera una niña con poderes sobrenaturales. Todo con una estética conscientemente retro, un saludable tratamiento a los chavales sin aplicarles los habituales paños calientes y un argumentario que he escuchado por ahí que se basa en LOS GOONIES, pero que a mí me ha recordado a esa serie tan reivindicable que es HISTORIAS CORRIENTES. Por si todo esto fuera poco, es impagable acabar un film presuntamente juvenil con el tema de los créditos de HOLOCAUSTO CANÍBAL... ¿Quién da más?...
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario