NEXT OF KIN, de 1982, es uno de esos casos irritantes en los que uno ve un film muy bien "hecho", pero donde se manifiesta una desesperante incapacidad para hacer avanzar un relato, por otra parte, ni tan siquiera original. Su exasperante ritmo parece producto de la fascinación de su director y guionista (un Tony Williams que sólo rodó dos largos) por capturar de alguna forma la siempre escurridiza (por evidente) atmósfera del giallo, ciñéndolo a una sucesión de planos en cámara lenta, actuaciones desorbitadas y deliberadamente antinaturalistas, y un trabajo sonoro tan estridente como imaginativo, al que habría que sumar la banda sonora del mítico fundador de Tangerine Dream Klaus Schulze, con una característica paleta que siempre me ha parecido adecuada para este tipo de cine. El problema es, ya digo, la historia, por trillada y por mal contada. No sé si les suena, pero esto era una joven que hereda un caserón que funciona como residencia de ancianos; al poco empiezan a diñarla yayos sin explicación, y la chica sospecha mucho, pero nadie cree que sean muertes provocadas, básicamente por una cuestión de edades. Al final hay sorpresa, y al menos un poco de terror canónico, eso sí pasado por el tamiz de un Argento o un Fulci; pero claro, hablamos de los últimos veinte minutos en un total de 90.
Ganó el premio a mejor director en aquel Sitges, y hay quien la considera de mucho culto. No sé yo...
Saludos.
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