miércoles, 26 de junio de 2019
Bajo la alfombra
A los suecos les va más o menos bien cuando encierran sus fantasmas en el armario, racionalizan sobre lo que queda fuera del mismo y luego juegan a enseñarnos a ser libres. El mejor cine sueco siempre se ha construido sobre la desmitificación y desmontaje de un modo de vida con muchas sombras, y que normalmente sólo son expuestas gracias a la valentía y empeño de artistas que nunca se han conformado con el mueble de Ikea. Los nombres están ahí: desde un seminal Sjöstrom hasta su discípulo, Bergman, el más grande; con una transición hacia la época más reciente iniciada por gente como Roy Andersson y que ha desembocado en figuras tan interesantes como Thomas Alfredson o Ruben Östlund. Uno de los nombres más recientes y que con más fuerza han irrumpido en el panorama cinematográfico sueco es el del joven Magnus von Horn, que con su ópera prima, EFTERSKALV (DESPUÉS DE ESTO), fue el triunfador de los premios nacionales allá por 2015, aunque a mí me parece demasiado pronto para poder presumir de una carrera consistente y estimulante. La película narra la vuelta a su pueblo natal de un joven tras dos años de reclusión en un reformatorio, por motivos que (y ahí quizá esté el gran fallo del film) vamos conociendo con una morosidad extenuante y que apenas deja algún resquicio para que la narrativa fluya. Entiendo la influencia de cineastas como Haneke, que parecen manejar su guion como una partida de ajedrez con el espectador, pero debes estar muy seguro de lo que vas a contar y de cómo lo vas a contar, porque esa gelidez formal puede devenir en simple y mero aburrimiento. Hay una idea muy interesante en el corazón del film, y que apela a la a veces incómoda tradición de mantener unas apariencias que pueden llegar a ser absurdas, pero von Horn se pierde en una poco elaborada fisicidad, mientras que deja de lado la posibilidad de indagar en la ambigüedad del personaje central, del que sólo vamos viendo las vejaciones que sufre por parte de una comunidad que no lo acepta de vuelta. Tiene, es cierto, dos o tres momentos bien rodados, con nervio e intensidad, pero me queda claro que von Horn debe dar aún ese paso adelante, al menos si pretende mirar de reojo a nombres como los anteriormente expuestos. De momento, han pasado cuatro años y no ha presentado nada nuevo. Veremos.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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