viernes, 7 de junio de 2019
Los detectives salvajes III
Parecen significativos los cuatro años que la HBO se tomó antes de decidir a ponerse manos a la obra con la tercera temporada de TRUE DETECTIVE, que en principio siempre se pensó que no se terminaría rodando. Empezando por el principio, me parece la temporada más floja de las tres, pero tampoco creo que hablemos de ningún desastre ni nada parecido. El problema es que lo que se cuenta ya ha sido contado, y mejor, y la sensación es un poco la de aprovechar una ola que, desgraciadamente, ya hacía tiempo que se iba retirando. Como si de una versión alternativa de la antológica primera temporada se tratase, de nuevo estamos ante una desaparición misteriosa y dos detectives obsesionados con resolver un caso que se va tornando más opaco e indescifrable. Lo novedoso aquí es que Pizzolatto emplea el elemento temporal a lo largo de toda la serie, en un arco de 35 años, en el que los detectives Hays (omnipresente, Mahershala Ali) y West (atención a un superlativo Stephen Dorff, con momentos de brillantez dramática que yo no le recordaba) investigan la desaparición de dos hermanos en un pueblecito de Arkansas. Todo comienza en 1980, hasta que la fiscalía decide dar el caso por cerrado, ante la imposibilidad de encontrar pruebas determinantes, pero vuelve a abrirse en 1990, cuando West es ascendido y decide reclutar a su compañero y amigo Hays, ya que se cree que pueden existir nuevas certezas en el caso. Intermitentemente, sin que cese la alternancia entre estos dos segmentos temporales, vemos también a un Hays en la actualidad, con graves problemas de memoria, pero aún obsesionado con un caso que le ha perseguido toda la vida y prácticamente fue destrozándosela. Es ahí donde Pizzolatto (que por cierto, se lanza a dirigir él mismo un par de episodios) habría tenido la oportunidad de lucirse, escarbando en la indescifrable memoria de un detective demente, y sembrar la duda de si no sería todo inventado. Desgraciadamente, esta tercera temporada es mucho más prosaica de lo que cabría esperar, y, además de unas muy buenas interpretaciones (estupendo también Scoot McNairy), apenas quedan para el recuerdo los tres primeros episodios, filmados con gran pulso por Jeremy Saulnier. Luego todo se alarga demasiado, con demasiados giros innecesarios y que casi nunca llevan a ninguna parte, creando un efecto francamente curioso: Por momentos, era más interesante ver las muchas disputas de pareja que la trama principal... Una lástima.
Y vuelvo a preguntar... ¿habrá cuarta temporada?
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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