martes, 25 de junio de 2019
La clase de Lubitsch #22
THE STUDENT PRINCE IN OLD HEIDELBERG, de 1927, fue otro excepcional guion de Hans Kraly, un giro hacia la un romanticismo con menos sorna, y quizá con algo más de nostalgia a la vieja Europa, donde sí abundaban las historias de amor entre nobles y lacayos, que siempre han constituido una fuente de inspiración para la literatura clásica. Por eso es éste un Lubitsch algo cambiado, con una mirada menos cínica y más orientado a descifrar la angustia de un joven enamorado que sólo quiere estar junto a la chica a la que ama, pero que, teniéndolo supuestamente todo a su alcance, esto tan sencillo es un imposible. Él es un príncipe heredero a la fuerza, ya que se trata del sobrino de un rey sin hijos, y ella es sólo la hija del posadero que hospeda al príncipe en el Heidelberg del título, una especie de ciudad forjadora de carácter, adonde va a estudiar y formarse para dirigir los designios de su pequeña nación. Por supuesto que hay aquí una crítica al cerrado clasismo monárquico, sobre el que termina triunfando un amor que todo lo puede, pero, aun siendo un film de exquisitos ritmo y desarrollo, puede que no entre a la primera, como si a este Lubitsch lo hubieran girado hacia otros terrenos narrativos. Puede que a ello contribuyera, cómo no, el cambio de productora, la Metro, que impuso a "la pareja más guapa de todo el cine mudo", como eran entonces los míticos Ramón Novarro y Norma Shearer.
Muy recomendable para constatar la versatilidad de Lubitsch.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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