martes, 2 de enero de 2024

Si sólo quedan los chistes


 

La sombra de Wes Anderson es alargada, porque comienza no ya a destapar imitadores más o menos inspirados, sino a implementar modos, formas, mecanismos reconocibles por los que directores incipientes transitan ideas que quieren hacer pasar por originales. Y veo esto muy marcado en NANDOR FODOR AND THE TALKING MONGOOSE, estrambótico título para la cuarta película de Adam Sigal, proveniente del circuito independiente norteamericano y que ha tornado sus ínfulas por un relatito mediano de humor, con la dosis justa de extravagancia y un motivo principal lo suficientemente intrigante como para no ser un refrito más. Con un Simon Pegg conteniéndose a duras penas, o una Minnie Driver felizmente rescatada del ostracismo en el que se hallaba, nos situamos en los años 30, para conocer al parapsicólogo Nandor Fodor, sumido en el hastío de casos sin sentido, hasta que recibe una extraña carta desde la remota isla de Man, donde un granjero le pide que investigue el no menos extraño suceso que ocurre en su granja: la existencia de una mangosta parlante. 
Es una lástima que el guion de Sigal se desplome por infinidad de lugares comunes, mientras busca golpes de efecto en escenas que van desde el Disney sesentero hasta el mencionado Anderson, sin lograr un todo cohesionado, y quedándose en una prometedora rareza, que quizá nos depare a un muy buen director en un futuro próximo, pero de momento ha de solventar problemas identitarios con urgencia para apenas rozar lo que se le intuye buscar con ahínco.
Deliberadamente rara.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!