lunes, 8 de enero de 2024

Errar por poco


 

BLOOD es un film que aparentemente debería haber tenido mayor peso específico en Sitges, pero también pone de relieve que el contar con elementos potentes por separado no te garantiza un montante satisfactorio. Brad Anderson es un buen director para películas que en otras manos serían rutinarias, pero sigue empeñado en dotar a sus trabajos de una pátina de verosimilitud que suele chocar con el extremismo de lo que presenta. No hay más que comparar su mejor película, EL MAQUINISTA, con la peor, VANISHING ON 7th STREET, donde sale ganando la impúdica exhibición de la primera con la imposibilidad de Anderson para recrear una atmósfera invisible y opresiva en la segunda. Lo que propone en BLOOD es una mezcla desigual de ambas, con unos cuantos golpes de efecto muy bien conseguidos, pero un guion francamente decepcionante, incluso ridículo cuando se sobreexplica. Con algunas reminiscencias (torpes y engañosas) al CUJO de S. King, el desencadenante es el perro de la familia, que parece haber contraído una misteriosa enfermedad, y que seguidamente transmitirá al hijo pequeño, con consecuencias terroríficas. Los problemas son, sobre todo, la indecisión para abandonarse al terror más visceral, resaltar la abnegada lucha de la madre por proteger a su hijo o la promesa de un giro inesperado que nunca llega, y que deja el film en un quiero y no puedo medianamente entretenido, pero absolutamente olvidable.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!