Una película puede patinar por diversos motivos, pero el más chirriante es el empeño por desdeñar los hallazgos conseguidos, puede que por un afán de inventiva, que luego se descubre que no es tal. NO ONE WILL SAVE YOU es uno de estos casos, un film que no puede definirse a sí mismo, cambiando sus hojas de ruta constantemente, y creando un clima de confusión que me parece innecesario, dado lo vulgar de su lógica interna. El el plano formal, destaca la arriesgada decisión de no incluir un solo diálogo, convirtiendo una historia típica de género casi en un film mudo, pero obligándonos a que aceptemos esta circunstancia como imprescindible, cuando (luego se demuestra) no lo es. Con un arranque espléndido, repleto de sutilezas argumentales y una portentosa interpretación en soliloquio a cargo de la joven Kaitlyn Dever, entendemos la extraña dualidad entre un optimismo algo naif y el raro rechazo de la comunidad en la que vive, aunque apartada. Después, sin previo aviso, el director y guionista Brian Duffield (en su segundo largo) lanza el órdago mediante el que una crisis personal podría exorcizarse mediante una catástrofe global... Es burdo pero vamos con ello, claro. Es decir, que como entretenimiento se eleva sobre la media, pero como ensayo reflexivo e intelectual se queda en un primario detentor emocional, híperregulado y ultradomesticado.
Interesante, pero corta como el ejercicio de riesgo que aparenta ser.
Saludos.
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