Tenía su gracia el arranque de THE HORN BLOWS AT MIDNIGHT, justo hasta que el vehículo de lucimiento para Jack Benny se revela demasiado evidente. Con su carcasa de "musical alocado", lo difícil es separar la comedia de la excusa argumental, según la cual un trompetista de segunda fila sueña con tocar el instrumento para el mismísimo dios, cual ángel melodioso en un paradisíaco entorno. No está mal afrontar un insólito hecho: a este ángel trompetista le va a ser encomendada la misión de bajar a la Tierra para tocar la séptima trompeta, precisamente la que desencadena el apocalipsis. No se lleven a engaño, no es tan sofisticada ni tan rupturista; apenas una comedia de enredo "de interiores", en la que, es cierto, la maquinaria de la Warner se luce en un par de escenas con los actores colgando literalmente de un rascacielos. Un título menor para Walsh, tanto como cumplir una cuota anual o supeditar el talento de un autor total al de una estrella haciéndose pasar por actor.
A destacar algún pasaje del gran Franz Waxman, pero se antoja insuficiente como para destacar una película que soporta pocos filtros.
Saludos.
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