Que Tom Mankiewicz nunca fue un guionista al uso, ni fácil de abordar para la maquinaria del sistema de estudios, es algo que queda atestiguado en cada uno de sus trabajos, tan adelantados a su tiempo como finalmente incomprendidos. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en THE EAGLE HAS LANDED, una de esas anomalías que intentaban aportar una visión novedosa en los estertores de un género, el bélico, del que ya se habían exprimido todas las posibilidades. Con la apariencia de una mastodóntica superproducción, todo, desde el reparto hasta el apartado técnico, semejaba un modelo de producción que, sencillamente, había dejado de existir. Por ello es un film tan curioso, por explorar un "gran relato" con modos más cercanos al intimismo de, por ejemplo, un drama psicológico. El resultado es desigual, extrañamente fascinante, con un descomunal mcguffin (la operación para secuestrar a Churchill) que apenas tiene peso en el arranque y el desenlace, dejándonos para el resto un complicado duelo interpretativo, por lo disperso, con nombres como Michael Caine, Robert Duvall, Donald Sutherland, Anthony Quayle o Donald Pleasence, que terminan por ser lo mejor de un film a contratiempo y contracorriente. Ni siquiera la grandiosa composición de Lalo Schifrin parece adecuada; ni el habitual pulso de ese gran olvidado, John Sturges, para tomar las riendas de proyectos de envergadura. Un responsable entonces, al que volvemos, cómo no, al finalizar la reseña, y que no es otro que Tom Mankiewicz, que concibió una "pequeña gran película", saltando constantemente de un adjetivo a otro.
Una rareza difícil de defender.
Saludos.
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