Hay pocos directores capaces de dotar de entidad propia a películas que nacen con la vocación de ser pequeñas, artefactos de estudio para engrosar inacabables títulos, la mayoría olvidables. Es lo que hace que un director alcance la categoría de maestro, no tanto las obras maestras que filmó, sino más aún las medianas que convirtió en ejemplos magistrales de cine con mayúsculas. Es el caso de THE MAN I LOVE, curiosísima cinta de 1946, que da un inusitado protagonismo a las intérpretes femeninas, siendo un estupendo ejemplo de feminismo en una época que no contemplaba tales atrevimientos. Algo tendría que ver la elección de la Warner para el guion de Catherine Turney, tanto como la avasalladora presencia de Ida Lupino, absoluta dueña de este híbrido de drama social y cine negro, con las canciones de Gershwin envueltas en el humo de los clubs y la partitura de Max Steiner predominando en las partes musicales, que también son muchas. El resultado es un prodigioso film, sobre todo en sus tres primeros cuartos, donde el personaje interpretado por Lupino, una cantante independiente y con carácter, va a visitar a sus hermanas en Navidad, desencadenando una serie de acontecimientos que tienen como detonantes al mujeriego dueño del club donde trabaja una de ellas, un genio del piano autodestructivo y la explosiva y atolondrada cuñada, que usa su hermano y se desentiende de la familia. Una ensalada complicada de conciliar, y que funciona como un reloj mientras vamos descubriendo las motivaciones de cada personaje, sin llegar a juzgar a ninguno de ellos. Sólo decae un poco en el tramo final, bastante previsible, pero que no resta un ápice de valor a una de esas películas demasiado olvidadas para la increíble calidad que atesoran.
La banda sonora es una maravilla, quién lo diría...
Saludos.
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