Un palmo apenas, es lo que separa a THE HORSE SOLDIERS de ser una obra maestra. Es, sin embargo, una gran película, un enorme western situado en plena Guerra de Secesión. Uno de sus aciertos es ir encontrando la química entre sus personajes, sin forzarlos nunca, ni exaltando su discurso. Los protagonistas absolutos son John Wayne, dando vida a un coronel yanqui, tan obstinado como eficiente, y el médico que le es asignado, interpretado por William Holden. Entre ellos, como una estrella que va languideciendo, a medida que la guerra la hace madurar a marchas forzadas, una inesperada acompañante, Constance Towers, que roza una Scarlett menor, una "señorita del Sur" retenida por este coronel cuando es descubierta espiando sus planes. Unos planes, todo hay que decirlo, descabellados, toda vez que han de cruzar territorio enemigo, con un propósito que tampoco es que les vaya a hacer ganar la guerra. La película adolece, sin embargo, de un alargamiento excesivo para lo que cuenta, y no termina de centrarse en un solo aspecto, sino que parece mutar el tono en función de quién coja las riendas en ese momento. Holden pone los pies en la tierra a Wayne, que poco a poco va entendiendo que sus decisiones cuestan vidas humanas, mientras Towers va comprendiendo que nadie tiene toda la razón en un conflicto, y que su cautiverio es obligado. Todo lo demás es magnífico, incluso tanteando el "crepuscular" (es 1959) o reafirmando su carácter marcadamente antibelicista, en un relato que no hace prisioneros, y por lo tanto todos han de acabar vencidos. Y hay hasta una declaración de amor (entre dientes, claro), del Duque... Oro puro.
Quizá no esté entre la élite de los westerns "fordianos", pero me permito el recomendársela vivamente, no hay duda de ello.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario