Y culminamos aquí el "octeto" de los nominados a mejor película de unos oscar, me temo, que tampoco van a pasar a la historia, y que se ha dejado títulos por el camino, como suele ocurrir. El hueco que viene a cubrir THE FATHER no me queda tan claro como otros, determinando mi error al prejuzgarla negativamente, y encontrándome, si no con una gran película, sí al menos con una propuesta curiosa. Y lo es en cuanto a lo indisimulado de la adaptación que Florian Zeller hace de su propia obra de teatro, convirtiendo en virtudes el anquilosamiento del espacio único, aquí no solamente físico, sino sobre todo mental. No es fácil adentrarse en los tortuosos designios de una mente aniquilada, y mucho menos elaborar algo parecido a una trama, con cierta intriga incluso, cuando el punto de vista es el de un hombre incapaz ya de discernir qué es real. Contribuye a ello, efectivamente, el estupendo trabajo de Anthony Hopkins y Olivia Colman, en cuyos hombros recae todo el peso de un guion preciso, aunque no tan intrincado ni perverso como cabría esperar. Al fin y al cabo, lo que Zeller nos pone delante no es más que otro trozo de vida, defectuoso si se quiere, pero también necesario, por lo poco que nos paramos a intentar entender a quien ya no entiende en un mundo que marcha a demasiada velocidad para ellos. En su debe, cómo no, la dificultad para respirar organismos diferentes, traspasar el muro invisible (no quiero desvelar nada) que sobrevuela una complicadísima relación entre padre e hija, y que sólo cobra sentido en un desenlace tan sentido como liberador.
No me parece una obra maestra, ni nada por el estilo, pero iba predispuesto a que no me gustara, y sí me ha gustado.
Saludos.
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