Ahora lo sabemos, antes no. En torno a ese sencillo concepto gira toda la historia contenida en ALL GOOD THINGS, el film que Andrew Jarecki realizó en torno a la rocambolesca vida de Robert Durst, justo cinco años antes de filmar THE JINX, el espeluznante documental que cambió por completo la perspectiva sobre su caso. Es por ello que, sin ser más que un thriller convencional y aceptablemente bien rodado, su visionado varía radicalmente desde hace diez años para acá. Ahora sabemos, por ejemplo, que no era tan interesante mantener una estricta cronología, y que empezar por el final le añadía la extrañeza morbosa al documental, del que este film carece. Aquí, Durst es David Marks (un correcto Ryan Gosling), y aunque su biografía permanece inalterable, a Jarecki le cuesta un mundo enrarecer la atmósfera, comenzando por el idílico romance con la que fue su esposa (Kirsten Dunst), y la inexplicable desaparición de ésta en 1982. La concatenación de esta parte de la historia (que acapara una hora completa) resulta cuanto menos brusca, una vez comienzan a aparecer secundarios que en el documental eran indispensables, y desembocando en un desenlace cada vez más desgajado, incluso en el tono, lo que le da el aspecto de otra película que no reconoceríamos de no haber visto antes THE JINX. En resumen, un film que funciona por sí solo asumiendo su propia convencionalidad, pero que curiosamente es muchísimo más interesante si se le añaden los datos desprendidos de la magistral miniserie de HBO.
Saludos.
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