martes, 6 de octubre de 2020

En el corazón del horror


 

En 1986, la central nuclear de Chernobyl, en Ucrania, explotó. Si ustedes, que por casualidad no llegaron a vivir aquel acontecimiento, están terriblemente preocupados por los efectos de la pandemia que nos azota desde hace varios meses, deberían saber que esto, al lado de aquello, es una bicoca. O pudo serlo, porque afortunadamente, y tras el esfuerzo humano más grande que puede recordarse, se evitó, quizá, la extinción de casi toda la población europea y asiática. El costo, que figura como gran encabezado en los libros de historia, no fue cuantificable, porque el costo fue el fin de la Unión Soviética. Todo ello es admirablemente descrito en los cinco capítulos de CHERNOBYL, la impresionante miniserie de HBO que, con minucioso detalle, ofrece, a quien esté dispuesto a asumirla, una inmersión en el núcleo mismo (nunca mejor dicho) de la cadena de errores que propició el desastre. Errores o, como va desvelándose poco a poco, una idiosincrasia, corporativa hasta la náusea, inamovible en su opacidad, que dejó al descubierto las miserias de un sistema comunista que empezaba a desmantelarse, puede que sin saberlo siquiera. Y luego está la serie, tan importante como el hecho relatado, porque ésta es una serie excelentemente realizada e interpretada. De gesto tan adusto como lo que narra, contiene imágenes imposibles de borrar, comenzando por la insoportable tensión entre los ingenieros en el momento de la explosión, y la negativa de los verdaderos responsables a asumir sus errores, ralentizando las acciones paliativas. CHERNOBYL no es ni grandilocuente ni intimista, ni críptica ni exhibicionista, y despliega la justa medida tanto de ligereza como de gravedad. Seremos testigos del infierno desatado en la central, de los esfuerzos sobrehumanos por detener un desastre de proporciones desconocidas, y finalmente de aquella otra explosión, puede que incluso peor, que fue la sorpresa de descubrir que el sistema que llevaba 70 años funcionando estaba podrido por dentro. La analogía está ahí.

Sencillamente impresionante.

Saludos.

No hay comentarios:

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!