martes, 13 de marzo de 2018
Wajda. Brillo y dominio #28
En 1981, el movimiento sindical Solidaridad, con el carismático Lech Walesa al frente, se consolidaba como fuerza real, desde que un año antes lograran forzar al gobierno a firmar una serie de acuerdos sin precedentes, que no sólo mejoraban las condiciones laborales, sino que transformaban a todo un país sumido en una dictadura encubierta. Ese mismo año, Andrzej Wajda filmó CZLOWIEK Z ZELAZA (EL HOMBRE DE HIERRO), continuación natural (y muy necesaria) de su celebérrima obra EL HOMBRE DE MÁRMOL. Aquí, Wajda retoma la historia justo donde la dejó, con la aspirante a cineasta tras encontrar al hijo de Birkut, Maciek Tomczyk, con quien emprende una misión imposible: realizar un documento que no sólo limpie la imagen del olvidado trabajador estajanovista, sino que denuncie a todos los cargos públicos que actuaron impunemente en un estado corrupto hasta la médula. Paralelamente, la trama introduce al patético Winkel, periodista del régimen comunista que es chantajeado para que espíe las actividades de la cineasta, a fin de probar lo ilícito de sus intenciones y literalmente "borrar" su nombre y el de Tomczyk de la vida pública. El film es un intenso alegato de dos horas y media, menos nostálgico que su predecesor e imbuido del poderoso mensaje del que Walesa (que llega incluso a interpretarse a sí mismo) impregnó aquellas históricas jornadas del verano de 1980 en los astilleros de Danzig. Cine necesario, valiente, honesto, del que ahora mismo estamos prácticamente huérfanos y que, asómbrense, logró la Palma de Oro en Cannes y una nominación en los oscar... ¿Otros tiempos? Otros tiempos.
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
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