domingo, 11 de marzo de 2018

Rincón del freak #304: Pioneros del torture porn



No son pocos los títulos que han copado esta sección dominical a los que nos hemos referido con la etiqueta torture porn. Poco menos que un subgénero deudor del gore o el slasher, dosificado con inteligencia ha dado escenas memorables para directores como Abel Ferrara, Martin Scorsese y, sobre todo, Quentin Tarantino, que elevó la anécdota al paraíso de las obras de arte eternas. Pero este subgénero, por norma general, apenas ha dado curiosidades más o menos bizarras, pero con muy poco cine en sus truculentas imágenes. Si el gore es la violencia sin censura y el slasher ensaya un ideal temático en el que no cabe nada más que el asesino y su víctima, el torture porn es exactamente lo que su nombre indica: gente torturando a gente (y disfrutándolo). Y es curioso que uno de los primeros títulos que obtiene dicha etiqueta provenga de la procelosa productora Troma, de la que siempre se ha podido esperar casi cualquier cosa, aunque rara vez volviesen luego a tocar el tema. Estrenada cuasi clandestinamente en 1976 con múltiples títulos tan sugerentes como THE INCREDIBLE TORTURE SHOW, BLOODSUCKING FREAKS o el más escueto SARDÚ, a día de hoy es considerada una cinta de culto por lo hipercutre de su propuesta, reducida a una cámara de los horrores donde el Sardú del título, un tipo inclasificable, se dedica a torturar jovencitas junto a su inseparable Ralphus, un enano simplemente desagradable. Con la excusa de ofrecer un espectáculo radical, una especie de "circo de los horrores", el tal Sardú se encargará de demostrarle a un crítico bastane escéptico que las mutilaciones, desmembramientos y demás delicias no son un truco, por o que decide raptarlo para que vea in situ su exhibición de atrocidades. Joel M. Reed (de ser ese su nombre real) no volvió a filmar nada más (a dios gracias), quizá por la escabrosa leyenda que el film arrastra desde entonces, donde hubo acusaciones por violación, extorsión y poco menos que trata de blancas. El reparto, donde no faltaban jovencitas sin vestir, estaba compuesto por algunas actrices porno y una bailarina que buscaba desesperadamente una oportunidad, del resto se decía que eran estudiantes universitarias que querían ganar unas perrillas, pero aquello acabó como el rosario de la aurora, y aún hoy hay programas de "investigación" que intentan aclarar la muerte en extrañas circunstancias de sus dos protagonistas... Pero no, no se pierden nada si no la ven, excepto un montón de pintura acrílica roja...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!