De repente, estás pensando en como beneficiarte a esa primita tuya, un poco estrábica, con labios de pastelillo y un poco de pelusilla encima que la hace tan adorable. Pero ella no te hace ni caso, y se acostaría con un estibador birmano antes que dejarse manosear por un pusilánime sin agallas ("sin agallas", creo que dijo), ni dinero, ni ambiciones, ni un triste suéter de lana. Así que sigues con el pastrami con cebolla y sueñas con la manera que tendría un imbécil como tú de impresionar a esa prima, que ya no lleva la cuenta de todos los tipos que han pasado por su cama. Podrías decirle que lo tuyo es amor, pero también te estarías engañando a ti mismo, porque ¿qué es el amor sino una manera de cortarle los bordes al sexo? Bueno, podrías alistarte en el ejército, sobre todo ahora que viene un dictador gabacho a invadir tu país; te convertirías en un héroe (si sigues vivo) y entonces caería rendida a tus pies. Es un inconveniente que se haya casado con un viejo vendedor de arenques, pero nunca hay que desfallecer cuando hay pescado de por medio, por supuesto. Luego puedes seguir haciendo acopio de hombría batiéndote en duelo con un experto duelista, algo que nunca falla en ningún sentido. Recuerdas que tu prima, en lugar de acercarse trémula y desprenderte del jubón, prefería indagar en Schopenhauer y convencerte de que no eras nada excepto materia en descomposición, incluso delante de ella. Lo más seguro es que, en tu vertiente de superviviente nato, seas capaz de vencer todas esas adversidades, y ella acceda a dejarse tentar mientras su psique conjuga todas las formas en las que le pareces despreciable. No te importa, el fin último de la filosofía moderna te protege (sin darte la razón) y logra un mínimo resquicio por el que acceder a esa feminidad almenizada, como la probóscide de una frigánea. Luego hará de ti lo que ella quiera, incluso comer nieve, rezar o suplantar a un noble español para matar a Napoleón en sus mismos aposentos... Y tampoco es seguro que esa noche vaya a mostrarse cariñosa contigo... quién sabe.
Saludos.
2 comentarios:
La película más divertida de Woody Allen y, aunque no lo parezca, también una de las más profundas.
Saludos.
Uf, hacía una eternidad que no la veía, pero es mi única vía para reconciliarme con Woody Allen, que nunca debería haber abandonado definitivamente este tono ácido y sarcástico. Una gozada, desde luego.
Un saludo.
Publicar un comentario