Y si hace un par de días nos trasladábamos al tardío debut de Martin Ritt ¿por qué no seguir reivindicándolo con su obra póstuma? Es cierto que STANLEY & IRIS, de 1989, ha envejecido un poco regular. Incluso que el efecto de ver a Robert de Niro y Jane Fonda sea complicado de contextualizar. Máxime cuando el film, completamente fuera de cualquier atisbo de glamour, nos presenta el conocimiento mutuo de dos personas maduras, diferentes pero unidas por una rutina que les aplasta sin que se den cuenta. Ella ha enviudado hace un año, y trabaja duro en una fábrica para sacar a su hijos adelante; él es el encargado de la cantina de la fábrica, pero nunca han reparado el uno en el otro. Justo hasta que a ella le roban el bolso y él es el único que se ofrece para ayudarla. A partir de ahí entablan una amistad que podría llevarlos a algo más, excepto por un detalle tan insólito como revelador: Stanley es analfabeto. Y en realidad (aunque no sea un guion original), este detalle, aun siendo una maximización, queda sepultado por ese retrato de la cotidianidad, de personas humildes y su día a día, que a Ritt siempre se le ha dado tan bien. La película está bien, y claramente orientada hacia un público que busca algo más que relatos infantilizados; por otra parte, hay demasiado carácter en de Niro y Fonda, y, aunque se esfuerzan por visibilizar a esos "héroes anónimos", no terminan de encajar entre tanta superación y lección de dignidad, y lo que era una bonita historia de amor termina, cómo no, con una celebración del sueño americano.
Ah, y suena John Williams, pero tampoco se nota demasiado.
Saludos.
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