miércoles, 18 de noviembre de 2020

En tierra de nadie


 

Me va a costar un poco más hacer esta reseña que otras, aunque más me ha costado decidir si posponerla para el domingo, y por el cariño y respeto que le tengo a Rodrigo Cortés creo que no procede, aunque es impepinable meter el bisturí a fondo, incluso si hace sangre. BLACKWOOD es DOWN A DARK HALL; una película con dos nombres, que en realidad es la adaptación de la novela que escribió en 1975 Lois Duncan, y que atendía al segundo. Casi no puedo decir nada en favor de este film, que va empequeñeciéndose incomprensiblemente a partir de cierto momento, uno de esos momentos en el que empiezas a preguntarte si Cortés ha dirigido toda la película o sólo los primeros treinta minutos, dando paso al piloto automático de la productora, cuyo afán parece poco más que recaudar lo que se pudiese (y fue muy poco) y olvidarse de un texto que hubiese requerido mucho más mimo y tacto. La historia es apasionante, pero está tan mal contada que es necesario buscar en qué momento está ese "crac", y me parece encontrarlo en la imposibilidad de maridar la prosa de Duncan, que siendo benévolos es una Daphne Du Maurier para incultos, con una deriva que a mí cada vez me mosquea más: ¿Por qué cada director español que toca tierra estadounidense tiene que hacer al menos una película de corte gótico? Y entendamos gótico por una mansión, un misterio y gente poniendo caras chungas. No, en serio, salvo dos cosas y creo estar siendo muy benévolo. Salvo la intención de retomar las formas clásicas en pleno siglo XXI, y también salvo que dura 90 minutos nada más...
De verdad, terrible...
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!