Una de las ocasiones en las que el talento de Jean-Luc Godard queda más claramente de manifiesto, y principalmente a ojos de descreídos o diletantes, es cuando se tiene la oportunidad de contrastarlo con otras miradas, otros directores. Esto no es tan raro como podría parecer, ya que el cineasta suizo, de puro prolífico, se ha prodigado varias veces en esos discutibles artefactos que poblaron las pantallas europeas entre los sesenta y los setenta: las películas por episodios. Y la de hoy es especialmente consuetudinaria, como un chiste que sólo un tonto podría encontrar gracioso. LE PLUS VIEUX MÉTIER DU MONDE abordaba, tan trapacera como arbitrariamente, el espinoso tema de la prostitución a través de la historia, o algo así. Comenzando por una prehistoria de plena cuchufleta surfera, el italiano Franco Indovina se basaba en mostrar bikinis de piel de Mamut. No menos terrible era el salto a la Roma Imperial de Mauro Bolognini, que parece el detonante para que Tinto Brass hiciese luego lo que hizo. Mínimamente más inspirado (no era difícil) está Philippe de Broca, gracias al solvente trabajo de Jeanne Moreau como una simpática meretriz en la Francia napoleónica. El film parece despegar un poco con el alemán Michael Pfleghar, director alemán muy desconocido pero con una trayectoria bastante interesante (cortada de tajo por su prematuro suicidio), y que (se) regodeaba a una explosiva Raquel Welch mientras sorbía el seso a un incauto banquero... como para que no. Luego otro bajoncillo con Claude Autant-Lara, que describía un presente, aquél, en el que una pareja de chicas ejercía su oficio a bordo de un coche, mientras son bombardeadas a multas... Y en esto llega Godard. Y Godard, en apenas 20 minutos, realiza una especie de variación sobre el mundo futurista de ALPHAVILLE, con una gélida fotografía de Pierre Lhomme y una partitura de Michel Legrand que se podría haber compuesto ayer mismo. Sí, el título, "Anticipation", nos recuerda que Godard filmaba entonces como si tal cosa lo que hoy día es considerado apocalípticamente como "moderno". Aquí, un señor llega a la Tierra desde una remota galaxia, y para relajarse pide una señorita de compañía, pero resulta ser un fracaso ya que, aunque irresistiblemente hermosa (Marilú Toló, dios de mi vida), no dice ni mú, lo que no le gusta ni pizca; reemplazándola por otra (Anna Karina, nada menos), tan sólo para comprobar que ésta es todo lo contrario, programada en este mundo sin amor real para solamente enamorar a través del encandilamiento verbal. No quiero destripar cómo acaba, pero sólo diré que acaba transmutándose en una imagen en color. Quizá lo que le hubiese gustado a los productores, pero aun así...
Saludos.
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