lunes, 15 de junio de 2020

Nunca seréis felices



En 2015, en Sitges, se proyectó una curiosa película polaca, una especie de vuelta a cierto cine europeo que, sin desdeñar el género, enarbola una visión de amplio espectro social, político y humano. Su director, aún joven, tenía pensado asistir al festival, donde finalmente se alzaría con el premio a la mejor fotografía, pero una nota llegó a la organización: Marcin Wrona se había suicidado en un hotel.
No soy mucho de este tipo de detalles escabrosos, pero me parecía justo elevar la figura de un cineasta que estaba llamado a ser uno de los nombres importantes de su país. Lo confirmaba DEMON, inclasificable historia, a medio camino del cine de terror, la denuncia histórica, la comedia negra y bastantes más salpicaduras, tomadas de aquí y allá, pero con multitud de virtudes y hallazgos. Wrona encuentra una voz propia para desdibujar el trazo sin perder el hilo, y nos adentra en una sola jornada, la que va a unir en matrimonio a dos jóvenes. Él ha vivido casi toda su vida en Londres, y ella es la hija de un adinerado constructor; la boda, organizada por todo lo alto, se celebrará en la casa que el padre ha dado como dote. Sin embargo, una inexplicable extrañeza se va apoderando del joven, ajeno a la cultura polaca, pero que no termina de estar cómodo con algunos detalles. De repente, en mitad del festejo, su actitud cambia, y en lugar de celebrar se sume en una especie de melancolía por algo que sólo él ha visto, desembocando en un suceso que amenazará incluso con cancelar el convite, ante la negativa de los suegros. Se enlazan así varios aspectos que no pueden pasarse por alto, como el oscuro pasado de la comunidad bajo la ocupación nazi, o la tendencia a mirar hacia otro lado cuando los problemas afloran. Todo con un sentido del ritmo buenísimo, una fotografía impecable y unos actores que no desentonan en un film, insisto, sorprendente y que ha quedado como epitafio de una carrera que no había hecho más que despegar.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!