CLOCKERS, de 1995, es una película que se menciona poco en la filmografía de Spike Lee; y una vez vista, no se entiende, porque es uno de sus mejores trabajos. No tanto por lo que cuenta, sino por cómo enfoca y envuelve una trama sumamente compleja, que se nutre de unos personajes igualmente poliédricos y alejados de cualquier tentación simplificadora. En esencia, nos habla de un asesinato que no debería revestir mayor importancia: un traficante aparece muerto en la misma puerta del establecimiento que encubre su "verdadero negocio". Unos policías que se interesan demasiado en el caso, cuando normalmente se mofan de los negros que mueren por este tipo de rivalidades. O el otro gran traficante, rival del asesinado, que podría ser el principal sospechoso. En realidad, el subtexto nos habla de otra cosa, y ello sirve para introducir a multitud de personajes, pero sobre todo a Strike, que pasa los días en el mismo sitio, haciendo de pequeño vendedor, mientras sueña con establecerse por su cuenta y no aguantar las mofas de la policía. El dilema racial es, cómo no, capital, pero no lo es menos la total ausencia de escrúpulos, códigos éticos o simple comprensión humana, en un entorno de perpetuo salvajismo, en el que nadie se libra de ser alcanzado por una dentellada inesperada. Lee realiza, prácticamente, un soberbio piloto que hubiese encajado como un guante en maravillas como "The Wire", mientras da una lección de brío compositivo y nervio narrativo. Denuncia sin pedantería, aunque en su diabólico crisol no quede absolutamente nadie impune.
Magnífica, dura, absorbente.
Saludos.
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