sábado, 14 de enero de 2017
Una sensación extraña
Me decidí recientemente a ver la segunda temporada de FARGO, la variante ideada por Noah Hawley para la cadena FX a partir de la película original de los hermanos Coen. Primero porque la primera temporada me sorprendió gratamente, teniendo en cuenta que no se trata de una de mis favoritas de sus autores, pero también porque todo lo que leía sobre esta continuación eran alabanzas unánimes. Mi opinión es que esta segunda temporada alterna psicóticamente momentos brillantísimos de altura cinematográfica con algunas licencias y referencias que, sin estar mal del todo, reverberan en el subconsciente medianamente entrenado y se convierten en insertos, que en una serie de diez capítulos le resta credibilidad y coherencia. Los que la hayan visto sabrán que me refiero al extrañísimo desenlace, contenido en el los dos últimos episodios, y que no desvelaré ni un ápice. El resto está bastante bien, todo muy Tarantino, con una nueva pareja de polis bonachones y hogareños (Patrick Wilson y un recuperado para la causa Ted Danson) y un extenso corolario de malhechores, fundamentalmente los miembros de la familia Gerhardt y sus acreedores de otro estado, que envían a su sicario más mortífero (y deslenguado), un negro llamado Milligan (excepcional Bokeem Woodbine) para acabar de una vez con el clan mafioso. Aunque la reacción en cadena parte de un hecho accidental, el atropello del benjamín de los Gerhardt cuando trataba de asesinar a una juez y la estrambótica ocultación del cuerpo en la casa del carnicero local y su mujer (una absolutamente memorable Kirsten Dunst). La serie, ya digo, pese a su marciano arranque, transita con facilidad pasmosa los terrenos del thriller sofisticado y lenguaraz, y tiene algunos momentos de brillantez que efectivamente faltaban en la primera entrega, pero le puede su dispersión, como si no se pudiese dar cabida y minutos de calidad a un elenco tan extenso, lo que termina dando un conjunto de bloques autónomos que funcionan muy bien por separado, pero que se enfría en el encadenado, repleto de flashbacks y elipsis que no siempre son bien entendidos. Aunque para "marciano" su final, ya saben...
Lo bueno: que dura diez capítulos y no se hace pesada. Lo malo: que hay momentos en los que no se sabe dónde hay que prestar atención...
Saludos.
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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...
6 comentarios:
Al inicio me gustaba un montón, sobre todo por ese toque western-noir que tenía, pero luego me decepcionó mucho, con personajes que sobrevivían de manera forzada y acontecimientos que sucedían para crear una simple carnicería nada más, y ese impostado humor coeniano poco me convencía. El "OVNI ex machina" fue la gota que rebalsó el vaso...
Probablemente igual vea la tercera temporada.
Saludos.
Coincido. Lo del ovni es que no lo quería destripar, claro, pero a mí me dejó totalmente en fuera de juego, no le veía un porqué, no sé... Esta temporada me parece mejor en la construcción de personajes, hay algunos sencillamente antológicos, mientras que la primera me gustó más por su coherencia argumental.
Desconocía que hubiese una tercera temporada, pero sí, seguramente caerá...
Un saludo.
Con todos sus defectos, los que apuntáis, que los tienen (coincido con tus valoraciones) siguen siendo dos temporadas sobresalientes. Absolutamente recomendables. A mí es que el OVNI ex machina que comenta Jimmy me parece un recurso magistral (los clásicos inventaron buenos recursos), el caso es que no sé explicar por qué, es algo visual-visceral.
Hay tanto de construcción de personajes y de atmósferas en ambas temporadas... Yo creo que son magníficas. Muy universo Coen, esa chispa que prende la tragedia, esa ordinary people que se enfrenta a extraordinary killers, Bien vs Mal puro, me encanta.
Gran entrada.
Recomiéndeme otra serie, que con la del Papa no me atrevo...
Taboo, con Tom Hardy en taparrabos..
Westworld también tiene momentos interesantes.
Y salen Anthony Hopkins y Ed Harris, que no es moco de pavo.
Apuntado queda. Gracias, maño...
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