viernes, 5 de marzo de 2010

Las cosas del poder

Aprovechando que el gran Clint Eastwood acaba de estrenar una película de las que a los pedantes les gusta denominar "menores", hoy les voy a hablar de un Eastwood "menor", tibio y comedido, ese Eastwood pre-MYSTIC RIVER y post-UNFORGIVEN, un Eastwood que toca grandes temas pero se olvida de que sus virtudes, las que le han colocado en el olimpo cinematográfico por derecho propio, emanan directamente de su particular intimismo, el que ha hecho grandes los títulos que todos tenemos en mente y que en otras manos no hubiesen pasado de mera anécdota.
Y ABSOLUTE POWER es un buen ejemplo de todo esto. Con una fascinante escena inicial, con una maestría inusual en lo tragicómico, adelantando grandes título que estaban por venir (GRAN TORINO, sobre todo), esta delirante historia sobre un tipo despreciable que se ve envuelto en un terrible asesinato y que es... ¡El presidente de los Estados Unidos!, patina precisamente por sus altas pretensiones que van derivando en una desgana narrativa impropia de este gran cineasta. Aquí, Eastwood interpreta a un adorable ladrón que es testigo de tan escabroso suceso, pero dicha escena (lo mejor de largo de la película) da paso a una interminable sucesión de dimes y diretes de telefilm que desembocan en un preocupante tedio. Y es curioso, porque lo mejor, en este caso, es un elenco de lujo que tampoco parece ser aprovechado. Aquí estaban Gene Hackman, Ed Harris, Laura Linney, Scott Glenn...; pero ninguno, ni siquiera el propio Eastwood, brilló en un film de impecable factura, muy cerca de Frankenheimer o Siegel, pero que pasa por ser uno de los más olvidados (creo que justamente) de la última etapa del maestro.
Poderosos saludos.

2 comentarios:

Groupiedej dijo...

Y sin embargo, visto lo visto, no parece tan mala...

Crowley dijo...

Pues a mi tampoco me parece tan mala amigo DVD.
Un saludo

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!