Decía Brecht aquello tan elocuente de que "por mí no vinieron", que debería recitarse como catecismo en cada clase donde, además de materias, se enseñe algo de decencia. En Mr. KLEIN, una de las contadas películas que Joseph Losey rodó en Francia, todo empieza con un desagradable reconocimiento médico a una mujer, que más bien parece un veterinario clasificando especies. Estamos en la Francia ocupada, los colaboracionistas se han plegado a la limpieza étnica de los alemanes, pero ese complicado marco supone el elemento más favorecedor para Robert Klein, mezcla de bon vivant, especulador de arte e irresistible mujeriego, que compra a la baja la desesperación de los judíos mientras "juega" (literalmente) con sus amantes. Pero un día recibe el periódico que sólo los judíos reciben, y, convencido de que es un error, lo reporta a la policía, que le advierte de que están buscando a Robert Klein, pero él sabe que no es judío ¿qué podría ser toda esa insensatez que amenaza con hundir su privilegiada vida? La búsqueda de Klein de su misterioso doble lo lleva a conocer de primera mano la terrible situación de su país, que hasta entonces no le había interesado lo más mínimo. El desenlace, sorprendente, nos introduce de lleno en el horror, pero también señala el particular martirologio redentor de un hombre en principio detestable. A nosotros nos sirve, al menos, para aparcar este breve repaso sobre la filmografía de un gran actor, Alain Delon, cuya gigantesca figura no tiene réplica a día de hoy entre sus semejantes europeos.
Saludos.
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