lunes, 2 de septiembre de 2024

La hierba en mitad del asfalto


 

Lo confieso, lo llevo confesando varias décadas. Soy un enamorado del cine de Cassavetes, ese tipo con pinta de maldito, de refinado o de hijo de puta, según le dé en el momento del día que le pille. Ese tipo que parecía tirar la cámara en mitad de la calle para que revoloteara, para captar gestos robados, dimensiones del rostro, en realidad lo que vemos con nuestros propios ojos pero es tan jodido de plasmar en una pantalla. Aún más, Cassavetes pulsa, fuerza, socava, espera impaciente a que el actor sea ser humano, no AI. Les suena, supongo. Ninguna actriz mejor para ello que Gena Rowlands; tierna, fiera, rota, monumental. "De perfil eres un poco como Lauren Bacall", le dice Seymour Cassel en MINNIE AND MOSKOWITZ, y ella no sabe serlo, porque no sabe existir si no es junto a los tipos más imbéciles, que la golpean y la insultan. Y él, un simple aparcacoches, la ama, y eso la desarma, la lleva a un terreno que no conocía, la felicidad según Cassavetes, que es brutal e imperfecta, como marcharse a un puesto de perritos calientes desde el restaurante donde no te respetan. El amor no es Julia Roberts, ni una playa con un piano de fondo; el amor es soledad, es incomprensión y es un borracho capaz de rechazar el billete que le acabas de tender, porque quizá sólo quería contarte una historia, no para que la entiendas sino para que llores dentro de un año al recordarla...
Obra maestra absoluta. Otra más.
Saludos.

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... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!