sábado, 4 de noviembre de 2023

Aprender a vivir


 

Hay una diferencia fundamental entre presenciar una obra maestra, toda vez que los caminos confluyen para que dicha experiencia nos haga chasquear la lengua de deleite, satisfacción, mientras, ufanos, esbozamos esa mirada semientornada de perspicacia, como un "ya la vi", y, como decía, ser literalmente traspasados por esa denominación, a menudo tan gratuita. Tenía muchas dudas al respecto de KIMITACHI WA DÔ IKIRU KA (EL CHICO Y LA GARZA), la esperadísima última película de Hayao Miyazaki, sin más, el director de animación más grande del mundo, y uno de los más grandes así en general. Pero las dudas no eran por la calidad, porque Ghibli jamás defrauda, ni por no estar a la altura de la cansina repetición de "ésta sí es la última y me voy". Mi temor provenía por atisbar la chamusquina del autohomenaje, el recorte, la autoreferencia (nótese que Miyazaki es tan grande que sólo podría copiarse a sí mismo); esa sabanita, confortable, de satén celeste, con bordados que casi tintinean, y que cubren al 99% de los creadores en su recta final. No es a todos, pero lo he visto demasiadas veces, y ésta no tendría por qué ser una excepción. 
Seré breve para explicar mi sensación tras dos horas sintiéndome igual de emocionado como cuando era un niño, pero esta vez con mi hija al lado. EL CHICO Y LA GARZA es puro Miyazaki, adulta cuando debe serlo, desbordante también, y frenética, y a veces tranquila como un estanque en verano. Es bella, demasiado, tanto que pierdes la noción de si lo que estás viendo puede ser hecho por la mano humana. La respuesta es igualmente emocionante: SÓLO puede ser hecho por la mano humana. 
Historia, cómo no, de transición, pero muy dolorosa, es sobria y elegante cuando nos coloca frente a la tragedia que debe afrontar el joven Mahito, tras perder a su madre en un incendio, para seguidamente empujarnos por un tobogán imparable, el del mundo oculto en una extraña edificación, cerca de su nueva casa, y al que le dará acceso una extraña (y bastante creepy) garza. Así, podemos elegir dos percepciones, la alegoría del joven que madura a marchas forzadas y por el camino más angosto, o embelesarnos con la posibilidad de que esos reinos paralelos existan... ¿o no existían en nuestra niñez?
Sea como sea, no puedo describirles con exactitud el torrente de sensaciones, algunas muy íntimas y maravillosas, pero sí obligarles (literalmente) a que la vean, porque no todas las vidas tiene uno la oportunidad de presenciar una obra maestra absoluta en tiempo real...
Saludos.

2 comentarios:

car dijo...

You communicate such a youthful exuberance to your love of Miyazaki that it is like living it through your eyes as a child! I cannot wait therefore to watch this with my two sons by my side and witness that same pure joy. Unfortunately, I have to wait for 26th December for the UK release! Thank you for sharing your unalloyed soul through film once again. Hugs.

dvd dijo...

It's a fantastic film, full of intention, imagination and sensitivity. A Joyful for our memories from childhood, and a gift from an old master, giving us an incredible life lesson. A jewel...
Thanks for comment.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!