Hay que hacer un esfuerzo para no sentirse repelidos por esa extraña obsesión de algunos cineastas por "nominar" sus películas en el título, como si el mero hecho de ver su nombre ahí impreso ya supusiera un reclamo suficiente. Es una práctica tan absurda, que ni siquiera creo que afecte positiva o negativamente, sino que identifica una pomposidad bastante anticuada, si me apuran. Lo digo porque GUY RITCHIE'S THE COVENANT es una buena película, de las más sólidas, serias y bien dirigidas de su autor, un tipo que suele tirarse petardos bajo los pies mientras dirige, por ilustrar algunas de sus mayores lindezas. Pero conviene puntualizar, por ejemplo, que el guion no puede ser "interpretado", porque algunas certezas ofrecidas no son más que dogma panfletario de teletienda. Ahora bien, como película de acción bélica, probablemente estemos ante una de las mejores de los últimos años. Y lo digo porque lo he dicho muchas veces: su discurso es infantil y conductista, pero me lo he pasado pipa durante dos horas. La excusa es la amistad trabada por John Kinley, un sargento norteamericano y Ahmed, el traductor que le es asignado en su última misión en Afganistán, en la que es gravemente herido, y es precisamente este intérprete quien arriesga su vida para trasladarlo durante 100 kms. en un terreno infestado de talibanes. Sin embargo, al despertar ya en casa, Kinley se entera de que Ahmed tuvo que esconderse junto a su familia, convirtiéndose en presa prioritaria de los talibanes. Aparte de su espectacularidad técnica, de una sobriedad más que agradecible, hay que destacar el gran trabajo de Jake Gyllenhaal, pero sobre todo del sorprendente Dar Salim, que compone un personaje complejo y de gran profundidad sentimental.
Lo dicho, no se harán tesis sobre ella, pero es un entretenimiento absolutamente magnífico, y de eso también tiene que haber, cómo no.
Saludos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario