Era cuestión de tiempo ver a Wes Anderson haciendo algo como THE WONDERFUL STORY OF HENRY SUGAR. Y es que el formato de mediometraje le viene como anillo al dedo a su concepto de cine, cada vez más teatralizado, inmerso en un trampantojo inacabable y supraadornado. El relato de Roald Dahl es perfecto, una adorable historia sin elementos adorables, un cuento moral para quienes saen que la moral siempre es relativa; y en último término, un retablo de personajes recién horneados en un guiñol que tiene la inteligencia justa, pero sí una buena onda presencial, intercambiando a los actores conscientemente, reafirmando el carácter levemente burlón. Ralph Fiennes, Benedict Cumberbatch, Dev Patel y Ben Kingsley son los pilares de la peripecia de Henry Sugar, típico millonario de cuna, sin familia, aún joven, y al que sólo interesa seguir acumulando riquezas. Pero hay que remontarse a varios años antes, cuando un hombre "sin atributos" irrumpe en la consulta de un modesto doctor en Calcuta, asegurándole que ha desarrollado una técnica yogui para ver sin necesidad de usar los ojos. En poco más de media hora, Anderson nos enlaza ambos saltos mortales, para terminar empatizando con quien de primeras nos parecía un personaje aborrecible. O mejor: otorgar cualidades honorables a quien no determinaríamos como tal.
Y todo comienza con el propio Roald Dahl escribiendo el cuento, mientras prepara su minuciosa liturgia literaria en una minúscula casita...
Saludos.
2 comentarios:
Probablemente éste sea el mejor, pero hay otros tres cortometrajes con idéntico punto de partida (los relatos de Roald Dahl) y elección estilística que tampoco tienen desperdicio.
Saludos.
Los tengo ahí pendientes, porque ya es mucho que este formato me haya reconciliado con un autor que me produce múltiples reticencias...
Un saludo.
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