Una localización costera, un puñado de personajes que a duras penas llegan a interrelacionarse. Un turbio asunto de ambiciones que nunca están del todo claras. En 1971, Mario Bava, viejo maestro del terror italiano, filmó el título que habría de definir el término slasher, cuando aún ni siquiera se sabía qué diablos era ese género en ciernes. Con la habitual retahíla de encabezados, dependiendo de la edición, REAZIONE A CATENA o ECOLOGIA DEL DELITTO, aquí fue un elocuente BAHÍA DE SANGRE, que triunfó ese temprano año en Sitges, y devolvió a su autor a la primera línea del cine de terror. Bava es al horror lo que Leone es al western, y esta película lo confirma, con sus extraños tiempos muertos y tonos rupturistas, más parece un tenebroso collage de muertes a cual más truculenta, sin que nunca queda demasiado claro qué mueve a cada personaje. Un pescador, una improbable pareja formada por una tarotista y un entomólogo, unos aristócratas venidos a menos, y por supuesto los jovenzuelos con hormonas disparadas. Con esos mimbres, Bava construye un film desmesurado en su humildad de medios, con querencia a la hipérbole expresionista y que se recrea en esa sinfonía de la muerte exagerada como ímproba recreación de unas pasiones tan bajas que ni la pintura roja las podía camuflar...
Mítica.
Saludos.
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