Sigamos con los Goya. MODELO 77 es la última película de Alberto Rodríguez, que sigue cimentando una carrera sólida, robusta, pasada por la mirada sabia de los grandes clásicos y aferrándose a un dominio casi insultante de su oficio. Y aun así, no hablamos ni por asomo de su mejor película. Tampoco de un mal film, sino más bien de uno que se gusta al poco tiempo de conocerse, para terminar en un extraño letargo sin sorpresas. Se trata de un fidedigno retrato de las deplorables condiciones carcelarias a finales de los setenta, cuando aún la democracia parecía un anuncio con demasiadas promesas sin cumplirse. A la cárcel Modelo de Barcelona llega Manuel, que sin cometer un gran delito (aparentemente un pequeño desfalco) ha sido condenado por no menos de diez años. Allí conoce a presos de variopinto pelaje, pero especialmente a Pino, un recluso de larga condena, más inteligente que la media, pero con un carácter que le hace recelar de todo el mundo. Hartos de esperar una amnistía, se creara COPEL, sindicato improvisado de presos, que iniciará una protesta primero pacífica, pero que irá recrudeciéndose. Rodríguez maneja tantos registros y tonos, tantos personajes, abre tantos frentes, que el ritmo termina por resentirse, llegando a anestesiar un relato por momentos apasionante, y por otros extrañamente ingenuo. O dicho de otra manera: una hora y media para una resolución de quince minutos. Magnífico Javier Gutiérrez, a trompicones Miguel Herrán.
Saludos.
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