Porque todo tiene un porqué, un origen, una explicación que calma nuestras ansias de conocimiento, de controlar cada parcela en esta era de accesos ilimitados. Hay cosas que quizá aún no sepan, o que nunca supieron. Como que el spoof ya estaba inventado, y mucho antes de hacerse famoso con los ZAZ, Leslie Nielsen y compañía. Y me refiero al spoof como género autoconsciente, no involuntario. Los Marx podrían haber sido el germen de todo ello en el cine, pero su humor englobaba demasiadas cosas, y yo no los etiquetaría tan fácilmente. Pero hubo una película, hace mucho mucho tiempo, nada menos que 80 lustrosos años, que es (no hay duda de esto) el referente más claro para esas joyas que ustedes adoran y pensaban que eran la monda de la originalidad. HELLZAPOPPIN' era un musical revolucionario de Alex Gottlieb, que los cómicos Ole Olsen y Chic Johnson transformaban sobre los escenarios en una absoluta locura; imaginativos e impredecibles, lo mismo hacían aparecer un caballo volando que un hombre invisible de cintura para abajo. Aquellas representaciones han quedado para la historia, pero la Universal quiso dar un paso más alla y llevar a la pantalla esta adaptación que se presumía imposible. El resultado es una locura genial, que se abre nada menos que en un trepidante infierno (en una secuencia de apertura magistral), y que comete la osadía de hacernos creer que todo lo que emos sólo existe en el celuloide que va proyectando un aburrido proyeccionista. Es decir: metacine antes del metacine, o el estruendoso derribo de la cuarta pared. Y es cierto que el guion está trufado de concesiones comerciales, como insulsas historias románticas o extensos números de baile, muy brillantes pero que no aportan a lo realmente interesante. Lo interesante comienza cuando un gag seminal lleva a a los dos cómicos y su representante a dar un largo paseo mientras discuten cómo será la obra, sus emolumentos, etc... Sin cortes aparentemente visibles, los personajes pasan del estudio a la selva, un restaurante en el Bronx o el Polo Norte, donde (ya vestidos de esquimales) encuentran un trineo y alguien exclama "Pensé que habían quemado esto". Efectivamente, podemos leer "Rosebud", y a partir de ahí, la era y posibilidad del spoof como género quedaba inaugurada.
En España la rebautizaron como LOQUILANDIA, y si quieren fardar ante cualquier enteradillo, no duden en verla.
Saludos.
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