El último episodio de la T4 de BLACK MIRROR, titulado "Black Museum", abundaba en el formato episódico del especial de Navidad; una narración que contiene otras tantas narraciones, y confluyendo en un sorpresivo y contundente final, de alguna manera aglutinador. Una pena, porque es sin duda el peor episodio (y de lejos el más largo) de esta temporada; tanto en forma como en fondo, ni es inquietante, ni tiene una buena factura técnica, y ni siquiera sus intérpretes están a la altura de ninguna de las historias. De hecho, podríamos alinear este capítulo junto a cualquier olvidable serie B televisiva, valiéndose del elemento tecnológico-futurista (aquí sí) como mera excusa para que pasen los minutos. El hilo conductor es un inquietante "museo del crimen", situado en mitad del desierto, y al que llega una joven viajera mientras su coche se carga solarmente. Allí, un curioso anfitrión le va narrando diferentes historias, relativas a cada objeto del museo, pero con la curiosa coincidencia de que casi todos fueron inventados por él, ya que se trata de un ingeniero caído en desgracia por lo revolucionario de sus propuestas. Desde el artilugio que conecta a un médico con el sufrimiento de sus pacientes, a un osito de peluche, donde reside la conciencia de una mujer ya fallecida, o la atracción principal del museo: la recreación digital de un condenado a muerte.
La idea, las ideas, no están mal de partida, pero su factura se nota desganada, para el canon de calidad que Brooker suele ofrecer. Irregular broche para una temporada, en general, bastante satisfactoria.
Saludos.
2 comentarios:
Tampoco me gustó este episodio. En cambio, me pareció muy ingenioso el de "Blanca Navidad", que me animé a ver tras leer tu reseña.
Saludos.
Saludos. Y feliz entrada de año, amigo...
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