Otra de las miniseries que distribuye Netflix es WILD WILD COUNTRY, aproximación a un curioso caso que sacudió a la sociedad americana allá a principios de los 80, aunque he de reconocer que por aquí fue algo que pasó totalmente desapercibido, o yo no me enteré. Para ponernos en situación, comenzamos en una discreta ciudad de la India, donde se ubica la secta Rajneesh, comandada por un gurú bastante peculiar llamado Bhagwan, que profesa una doctrina basada en la aceptación del mundo material, en lugar de rechazarlo como suele ser lo habitual. El culto a su figura crece exponencialmente, y son multitud los occidentales que se adhieren a dicha secta, aumentando tanto los ingresos de ésta que deciden trasladrse (literalmente) a Estados Unidos, concretamente a Antelope, una ínfima población enclavada en los montes de Oregón.
Lo que se cuenta es complejo, y abarca el retrato de las diferentes personalidades, tanto del lado de la secta como de los habitantes del pueblo, que iniciaron una lucha al verse prácticamente invadidos, y que duró varios años. El documental es ágil al principio, pero se ralentiza y reitera a partir del tercer episodio (son seis en total), sin que el relato avance como sería lo esperado, aunque lo rocambolesco del asunto supere el exceso de trufado de unas entrevistas en primera persona que no terminan de aportar un extra de información a las imágenes documentales, bastante más reveladoras. No es una crítica negativa, porque la serie cumple con creces su cometido, pero se atisba cierta tibieza disfrazada de equidistancia, que le resta riesgo y la deja en un experimento suficientemente convincente, pero ni mucho menos magistral, como he leído en varias críticas.
Y añado: me pregunto qué hubiese sido de tener a los hermanos Duplass en la dirección, en lugar de productores...
Saludos.
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