sábado, 26 de diciembre de 2020

El hombre y la tierra


 

Hay crónicas en esto del cine que, de no ser ciertas, serían carne de cualquier melodrama barato. Historias que nos hablan de lo mal que funciona a veces esta procelosa industria, pero también de lo injusta que es la vida. En 1975, Akira Kurosawa no encontraba financiación para seguir rodando, como suena. Uno de los grandes puntales del cine japonés no lograba filmar en su país de origen, por lo que simplemente se marchó, y lo hizo nada menos que a la extinta Unión Soviética, donde era venerado desde hacía años. Allí se embarcó en la que es una de sus mejores películas, y una de las mejores de todo el siglo XX (lo que es mucho decir en ambos casos), DERSU UZALA, que entre otros muchos premios se alzó con el oscar de habla no inglesa (¡a una película de producción soviética!). Me resulta muy complicado resumir una película tan grande, tan inabarcable, pero me es muy sencillo comprender lo bien que Kurosawa entendió el espíritu del libro escrito por Vladímir Arséniev, aquel cartógrafo que a principios del pasado siglo se topó con una persona extraordinaria en el lugar más inimaginable. Aquel hombre diminuto salió de la nada literal, de la inhóspita taiga siberiana, donde tenía su hábitat natural, el de un sencillo cazador que vivía solo desde la muerte de su familia por viruela, y que poseía una sabiduría infinita, siempre en consonancia y absoluto respeto por la naturaleza. La película, prodigiosa, escrita junto a Yuri Nagibin y con nada menos que tres directores de fotografía (su espectacular formato de 70mm sigue siendo imitado hasta la saciedad), es uno de los máximos exponentes, muchos años adelantada a su tiempo, de ese cine tan mal llamado "contemplativo", "paisajista", o simplemente "minimalista". No, porque DERSU UZALA por supuesto que integra el relato en sus rotundas imágenes, con largos planos secuencia rodados en exteriores, atravesados tanto de las disertaciones del personaje de Arséniev, fascinado por la progresiva amistad con el cazador nanai, y los lacónicos pero desarmantes parlamentos de éste, que parece conocer todos los secretos de la naturaleza sin dárselas de ser un hombre sabio. DERSU UZALA es una lección de vida escindida en dos partes, que ejemplifican el proceso de amistad entre estos dos hombres y su posterior despedida, para seguidamente volver a reunirlos algunos años después y culminar con la evidente inadaptación del hombre que ha vivido siempre al aire libre a la ciudad, donde languidece penosamente. 
Tanto en lo ético, lo estético y lo semántico, una obra maestra absoluta.
Saludos.

2 comentarios:

ricard dijo...

La amistad, la naturaleza, una historia tan simple como emotiva. Una obra maestra.

Saludos.

dvd dijo...

Maravillosa película. No pasa el tiempo por ella...
Un saludo.

... ¿Y todo esto lo ha hecho usted solo?...
No, necesité estar rodeado de siete mil millones de personas...

¡Cuidao con mis primos!